Corpiño verde con fondo amarillo
Obra de madurez de Seoane que representa a una mujer de medio cuerpo inspirada en las campesinasc rurales. Firmada en el ángulo inferior izquierdo. Fue donada por su viuda, Dª Elvira Fernández López, en 1992.
Líneas negras y colores planos, este es el singular vocabulario gráfico que define la obra de Luis Seoane (1910-1975). Con su inconfundible estilo personal, en este lienzo recoge a una de esas tantas mujeres, en las que la identidad concreta no es lo fundamental, sino más bien el concepto que sugiere. Se trata, de hecho, de un retrato en tres cuartos, que parece extraído de las escenas de grupos de paisanas gallegas que mantienen charlas colectivas mientras descansan de sus quehaceres, o de aquellas otras que esperan el retorno de sus maridos de Ultramar.
A través de un lenguaje de mínimos, siguiendo la estela de artistas como Castelao, quien emplea recursos similares en la elaboración de sus caricaturas, Seoane dibuja sobre un fondo en dos tintas, amarillo en su mayor parte y naranja en un espacio marginal, la figura femenina en la que destaca el corpiño verde, como así se pone de manifiesto en el título. Resulta sobresaliente la unión de ambos planos, el espacio y la mujer, pues el color del fondo se mantiene en el rostro, los pechos y las manos. Además, la diferenciación de las partes no solo se hace con el empleo de pequeños, pero sugerentes, trazos en color negro, sino que es el propio uso de distintos colores lo que sugiere las transiciones. Resulta interesante apreciar como la línea se utiliza como recurso enfático de aquellos elementos o gestos que se quieren resaltar. El sistema pictórico desarrollado por Luís Seoane es brillante, no solo porque en sí mismo es marca de artista, sino porque constituye un buen ejemplo del “menos es más” aplicado a las artes gráficas. Con muy pocos componentes, el que mira la obra identifica perfectamente la composición y los elementos que la configuran.
Luís Seoane es un artista polifacético que además puede ser considerado como uno de los grandes intelectuales gallegos. Siendo hijo de la emigración, como tantos otros de su tiempo, Seoane regresa a Galicia durante su juventud. En Compostela estudió Derecho, aunque su verdadera vocación estaba orientada a explorar el mundo de las Artes.
A lo largo de su vida desarrolló su faceta artística como pintor, grabador y dibujante, y del mismo modo que hizo Castelao lo compaginó con el cultivo de las letras, practicando teatro y poesía. No extraña que moviéndose en este universo de las artes plásticas y las letras sobresaliera en actividades como la ilustración de libros y carteles. Del mismo modo, también fue promotor de diversidad de actividades culturales en las que el artista siempre procuró mantener los lazos de unión con el territorio americano, especialmente con su ciudad natal, Buenos Aires.
De hecho, durante los años de la Guerra Civil se exilia en Argentina. En medio de ese contexto será donde conozca a Maruja Mallo o Colmeiro. En estos tiempos colabora como ilustrador en periódicos, lo que le permite establecer contactos con editoriales que, como la de Losada, aproximan y difunden la literatura de las vanguardias europeas. De manera que Seoane tomará contacto desde el exilio argentino con las nuevas corrientes artísticas del viejo continente, conociendo la obra de artistas como Klee, por el que manifestó gran admiración. En medio de toda esta serie de acontecimientos, Seoane es nombrado director de la revista Galicia, del Centro Gallego de Buenos Aires. A esta etapa corresponde la publicación de libros ilustrados con dibujos y grabados, como Homenaje a la Torre de Hércules, que fue seleccionado como uno de los diez mejores en Nueva York.
El reconocimiento a toda su trayectoria resulta evidente. Fueron numerosas las exposiciones individuales y colectivas en las que participó: Venezuela, Buenos Aires y otros países del Sur de América. En Europa, la obra de Seoane se expuso en Francia e Inglaterra. Durante la década de los cincuenta Domingo García Sabell aporta una primera revisión de su obra y acontecimientos como este proyectarán su nombre por ciudades como Nueva York o Madrid. Lo mismo sucederá con los reconocimientos y galardones que se le otorgan, especialmente en Argentina o Bruselas.
Como otra de sus grandes aportaciones cabe mencionar la creación del Laboratorio de Formas, en colaboración con Isaac Díaz Pardo y la Fundación del Museo Carlos Maside. Esta carrera imparable se intercala con la elaboración de libros de arte, literatura y poesía. Toda esta actividad es reconocida en las revisiones, estudios, análisis y catálogos que se hicieron, con la creación de la Fundación Luís Seoane y con el soporte de otros museos.
Como rasgos destacados de la obra del artista, se podría decir que en esta se aprecia la influencia del Expresionismo y de Picasso. Las figuras de Seoane se caracterizan por la síntesis en el uso de líneas y colores. De esta manera su estilo y modo de crear imágenes, escenarios e historias resulta elegante y sutil; sencillo, pero con suficientes datos para identificar las acciones y los temas, sobresaliendo escenas tradicionales relacionadas con los oficios, la figura de la mujer, el mar, la mitología; historias, todas ellas, en las que la referencia al ser humano suele estar presente.
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