El Apóstol Santiago
Pintor de cámara de Felipe III, Rodrigo de Villandrano -del que apenas se conocen datos de su vida-, destacó como retratista. En este caso se trata de una representación del Apóstol Santiago, siguiendo la iconografía de peregrino: vestido con la túnica -en la que se pueden ver las conchas, emblema tradicional de los peregrinos-, un zurrón y un bordón de caminante. Contra lo que es habitual, no lleva el sombrero de peregrino sino que se intuye un nimbo, que aludiría específicamente a su condición de apóstol. Técnicamente Villandrando se caracteriza por un estilo minucioso y preciso, que denota la influencia de los artistas de la generación anterior como Pantoja de la Cruz y Sánchez Coello -ambos a su vez deudores del estilo de Antonio Moro-. Villandrando recoge las preocupaciones claroscuristas de su época -el inicio del tenebrismo-, representando una escena oscura, con un foco de luz exterior que incide en el rostro y en el gesto de las manos, con el que parece mostrar una sensación de sorpresa. Emplea una paleta cromática reducida a las tonalidades marrones y ocres, habitual en su producción.