Jarra de cristal de roca
Jarra de cristal y bronce de base campaniforme, profusamente decorada con motivos vegetales. Forma conjunto con una taza y una bandeja, también de cristal y está fechada en tiempos de Felipe IV (1604-1665). Está situada en la vitrina izquierda de la sillería del salón de grados de San Xerome y forma parte del Gabinete de Curiosidades creado en 1841.
Procedente del Gabinete de Curiosidades y fechado en la época de Felipe IV -1604-1665-, se conserva un conjunto de jarra, taza y bandeja de cristal de roca, la denominación con la que se conoce el cuarzo incoloro y transparente (M. T. Ruiz Alcón, 1994, p. 465). La bandeja presenta una forma octogonal, con orilla alta y bastante profundidad, con los nervios subrayados por bronce, que forma también pequeñas patas.
La jarra hace juego con dicha bandeja, combinando también el cristal de roca y los detalles de bronce, aquí con mayor profusión decorativa. El pie de cristal es campaniforme, de formas dieciochescas y decoración incisa. El nudo de transición al cuerpo, formado por dos boceles y ornamentado por cenefas gallonadas, es de bronce. El cuerpo de la jarra, completamente de cristal, es semiovoide, con una fina decoración en la parte inferior que imita el estriado de una concha -partido por formas acucharadas de venera-, dando una gran importancia a la calidad táctil de la pieza. También se tallan pequeños juncos que otorgan el toque vegetal. Las incisiones de lengua se repiten en la parte superior, donde se acopla el remate, constituido por un esbelto cuello alargado que sirve de base a la tapa formada como una concha de cristal con base de cenefa gallonada de cobre. El cuello se decora con un aplique metálico de una pequeña máscara de expresión terrorífica. A un lado se dispone la gran asa de bronce en forma de S vegetal, en curva y contracurva, retorcida sobre sí misma hasta formar la cabeza de un dragón o ave cubierto de escamas; al otro, el pico vertedero se resuelve también con una forma zoomórfica, como el tronco y cuello curvado del mismo animal, que remata en una cabeza similar. Toda la superficie de esta bestia se cubre con un fino trabajo de aplique decorativo calado que repite las formas vegetales barrocas del asa.
Esta pieza combina el gusto de los gabinetes de curiosidades por la suntuosidad, el detallismo y el trabajo en materiales nobles, como el cobre y el cristal de roca. Este fue muy apreciado en la época de los Austrias; también en Santiago se encuentra otro célebre ejemplo, el conjunto de portapaz, candeleros y cruz, que envió Carlos II, hijo de Felipe IV, a la catedral de Santiago a finales del siglo XVII y que todavía se conserva en dicha colección.
M. T. Ruiz Alcón, 1994: M. T. Ruiz Alcón, “Vidrio y cristal”, en A. Bonet Correa (dir.), Historia de las artes aplicadas e industriales en España, Madrid, Cátedra, 1994, p. 465.