"O Naranxo"
Representa a un loco, de pie, con singulares condecoraciones y con peculiares atributos. En una mano sostiene una rana y en la otra porta un estandarte en el que lleva escrito: "O NARANXO/ Rey do/ mundo/LAXEIRO/70". Inscripción del autor en el reverso: "Tolo/O "naranxo"/Sin Termi-/nar/LAXEIRO/Nº 7/ 21-4-69". Comprado a la Galería Citania en 1981.
José Otero Abeledo, Laxeiro (1908-1996), comprometido con la sociedad gallega y el arte de la nación, realiza una caricatura que pone el punto de mira en la situación real del mundo agrario. Lo hace a través de una serie de recursos que responden inconfundiblemente a su estilo, reforzando la idea de sarcasmo y crítica que subyace en la obra. El artista toma como punto de partida el género del retrato, de cuerpo entero. En este caso, lejos de disponerlo en una estancia o cámara señorial, lo emplaza en un lugar indeterminado y oscuro, que se puede intuir como espacio exterior, que resulta irreconocible y caótico. Podría incluso sugerirse la idea de un escenario en el que se acaba de generar un conflicto. Prueba de ello son los papeles revueltos en el suelo. La idea del caos, para nada ajena a la obra de Laxeiro, se refuerza con el uso de la línea de gruesos trazos que el artista recoge de la corriente expresionista de las Vanguardias, a través de Corredoyra y Zuloaga. Pero en su obra subyace asimismo el recuerdo de Goya y sus Pinturas Negras. También confluye la evocación a la herencia de la tradición gallega, que el artista pudo conocer a través de la obra de artistas como Colmeiro o Torres, y que define esa robustez, casi granítica, que caracteriza a sus personajes.
De esta manera se presenta a O Naranxo, con su ridículo estandarte, a juego con su escueto traje y sombrero, del que cuelgan varios artilugios apenas reconocibles. Y en contraste, asoman unas grandes manos y botas que acaban por dar la nota final al conjunto. Poco tiempo antes de la ejecución de esta obra, Laxeiro visita la exposición antológica de Rembrandt en Ámsterdam. Este acontecimiento enriqueció el repertorio expresivo del artista, en la manera de entender el uso del color, la forma de aplicarlo y el efecto matérico que alcanzó su obra. Podría decirse que los conocimientos adquiridos a través del maestro del Barroco holandés vinieron a reforzar su obra y a engrandecerla. La influencia del claroscuro también se pone de manifiesto en esta pintura en la que los grises y negros del fondo contrastan con los golpes de luz que iluminan la figura del campesino.
Hijo de una familia de emigrantes en La Habana, Laxeiro viaja a la ciudad cubana en 1921 para instalarse en ella. Allí trabajará durante los primeros años, y también se iniciará en el estudio del dibujo en el Centro Gallego, donde conocerá la obra de Corredoyra o Zuloaga. De vuelta en Galicia, hacia 1925, tendrá ocasión de relacionarse con una serie de artistas clave en la introducción de las vanguardias en el arte gallego: Colmeiro, Souto, Torres y Eiroa. Este hecho coincide con la introducción de los nuevos ideales nacionalistas a la cabeza de los cuales estaba la llamada Xeración Nós, en la que destacaba Castelao, que además sería el director artístico de la revista con el mismo nombre. En 1930 Laxeiro ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, con una beca que le otorga el Concello de Lalín. En ese contexto en el que se mueve podrá relacionarse con otros artistas e intelectuales del momento, participando en las tertulias de “La Granja de Henar”. Será allí donde conozca a Castelao, Otero Pedrayo, Lugrís o Souto. En su estancia en la capital serán fundamentales las visitas que realiza al Museo del Prado, pues en la pinacoteca conocerá de cerca la obra de los grandes maestros, y se detendrá especialmente en la de Goya y Solana.
Laxeiro tiene una dilatada carrera artística. Prueba de ello es la cantidad de trabajos realizados, por lo que resulta lógico que a lo largo del tiempo su obra experimente cambios, aunque en lo esencial es de ese tipo de artistas que tienen identidad propia. Como muchos otros compañeros de profesión sus pinturas encerraban un compromiso con la idea de nación. En esa tarea eran fundamentales las tertulias del momento, la idea de crear un arte dirigido al país. Son numerosas las técnicas que practicó, destacando la pintura, el dibujo, el grabado y el mural. Sus escenas revelan la influencia de las fiestas populares como el entroido, así como los mitos y leyendas gallegas. Como otros pintores y escultores del momento son frecuentes las maternidades y los niños, las escenas campestres con fiestas, desarrollando un estilo propio que lo aproxima a la tradición local. En este sentido quizá se pueda decir que estamos ante uno de los mejores representantes de la “estética del granito”, rotundos volúmenes de aspecto pétreo con una fuerte carga expresiva gracias al empleo de la línea. Sin escapar del empleo de la figuración, Laxeiro integra elementos costumbristas en la ambientación de los espacios.
Su compromiso con la identidad gallega, su profusa actividad y el estilo característico de su obra le otorgan un reconocimiento que traspasa fronteras. En este sentido su obra se expuso en numerosas galerías de Vigo, Madrid y Bilbao. Fuera de España, en Buenos Aires, participa en numerosas muestras que ilustran el arte gallego de los exiliados, con Seoane o Maruja Mallo. Su obra está presente en museos y los homenajes que se le hicieron son la mejor prueba del valor que tiene en el marco de la cultura gallega, destacando la monográfica que Atlántica le dedicó en 1981, que expuso más de 300 obras, así como las retrospectivas póstumas. Laxeiro fue premiado en varias ocasiones y en 1985 se fundó en Vigo un museo monográfico dedicado al artista.
J. Buján, 2001: J. Buján, Laxeiro. Obras da Colección Permanente de Vigo, Vigo, Caixanova, 2001.
L. M. Caruncho Amat y X. A Castro, 2008: L. M. Caruncho Amat y X. A Castro, Laxeiro. José Otero Abeledo, A Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza, 2008.
X. A. Castro Fernández, 1985: X. A. Castro Fernández, Laxeiro 1934/1985, Pontevedra, Diputación Provincial, 1985.
X. A. Castro Fernández, 1993: X. A. Castro Fernández, “Laxeiro: Neofiguración, Informalismo y Abstracción”, en F. Rodríguez Iglesias (ed.): Galicia. Arte. Arte Contemporáneo I, vol. XVI., A Coruña, Hércules, 1993, pp. 109-113.
X. A. Castro Fernández, 1995: X. A. Castro Fernández, Colección Laxeiro, Vigo, Concello de Vigo, 1995.
X. A. Castro Fernández, 1997: X. A. Castro Fernández, Laxeiro, A invención dun mundo, Vigo, Xerais, 1997.
X. A. Castro Fernández, 2000: X. A. Castro Fernández, Os laxeiros de Lalín, Vigo, Fundación Laxeiro, 2000.
X. A. Castro Fernández, 2009: X. A. Castro Fernández, Laxeiro. Catálogo Universal, Vigo, Nova Galicia Edicións, 2009.
C. García-Suárez Otero, 2008: C. García-Suárez Otero, Debuxos Inéditos VI, Anatomías, Vigo, Fundación Laxeiro, 2008.
X. Neira Vilas, 2009: C. García-Suárez Otero, Encontros con Laxeiro, Vigo, Ir Indo, 2009.
C. Reigosa y J. Ruibal, 2008: C. Reigosa y J. Ruibal, Laxeiro, Pontevedra, Imprenta Librería Alvarellos, 2008.
J. Ruibal, 1951: J. Ruibal, Laxeiro, Pontevedra, 1951.
VV. AA., 1996: Laxeiro, A Coruña, Xunta de Galicia, 1996.
VV. AA., 2005: Laxeiro, o manantial da vida. Fondos da Colección Caixa Galicia, A Coruña, Fundación Caixa Galicia, 2005.