Portada de la Real Universidad (actual Facultad de Geografía e Historia)
La ampliación de la Real Universidad, con una planta más, le otorgó un nuevo sentido a su portada. Así la originaria -que sigue la opción propuesta por José Pérez Machado en 1799, con esculturas de José Ferreiro (1803)- es alterada desde el proyecto datado en 1889 y firmado por Ricardo Velázquez Bosco, llevado a cabo entre 1894 y 1906. En lo relativo a esta portada cabe suponer un papel relevante del propio Montero Ríos como mentor, en tanto que será Ramón Núñez quien se encarga del programa escultórico, datado en 1902.
Un relieve alusivo a Minerva -o “la Sabiduría coronando la juventud estudiosa”- , entre medallones que nos muestran a Diego de Muros y Alonso de Fonseca, se acompaña de figuras en pie que representan a Lope Gómez de Marzoa, Álvaro de Cadaval, Conde de Monterrey (Manuel Acevedo y Zúñiga) y Juan de Ulloa. Todo esto se corona con el escudo real entre portadores.
Así se entiende esta Real Universidad a finales del siglo XIX: “… nuevo palacio de Minerva, que este siglo XIX, en sus postrimerías, lega a esta ciudad como fórmula y expresión de su concepto científico, al siglo XX que se aproxima…” (Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago, 1894, p. 27). Hasta entonces se consideraba, aludiendo a su primera altura, que, “El claustro superior nada tiene de particular, y en él están la Biblioteca, el Archivo, la Secretaría, la Sala de claustro, la excárcel y las cátedras de Física Experimental e Historia Natural, ambas desempeñadas por profesores de conocido mérito” (A. Neira de Mosquera, 1845, p. 251. Sobre la Historia Natural, en relación con esta Universidad, vid. A. Bugallo Rodríguez, 2003).
La insuficiencia espacial del edificio de la Universidad aconsejó que, contando con el apoyo de Eugenio Montero Ríos, Ministro de Fomento por 1885, se pudiera exponer una ampliación de dicha construcción añadiéndole una altura más (Vid. M. Barral Martínez, 1998, pp. 203-228; M. Barral Martínez, E. García López, 1999; R. Villares, 2003, pp. 479, 502-504; M. Barral Martínez, 2006). Esto suponía, entre otras cuestiones, remodelar la fachada. Ricardo Velázquez Bosco se encarga del proyecto correspondiente en 1887 ( J. A. Sánchez García, 1996, p. 56); atiende a lo que se expresa en la R. O. de 4 de febrero de 1887: “… para que procediese al estudio y formación de un proyecto para la construcción de un segundo cuerpo de esta Universidad y obras indispensables para la consolidación del establecimiento” (A. Milón y Reales, 1888, p. 4). El tema se da a conocer en Santiago por 1889; es entonces cuando se informa de eso en la Gaceta de Galicia, 15, V, 1889 que se remite a lo que se dice en El País Gallego.
El proyecto de Ricardo Velázquez Bosco lleva a suprimir el conjunto realizado por José Ferreiro disponiendo en la parte de la portada, en un alzado firmado y datado en 1889, como frente de la segunda planta un programa constituido por un relieve en el centro, también alusivo a Minerva; a sus lados, dos medallones y, en una posición más adelantada, cuatro figuras en pie, situándose entre cada dos los citados medallones. Más arriba, ante la cubierta, puede verse un escudo real entre portadoras femeninas (X. Fernández Fernández, 1996, p. 127). Este proyecto iba a ser altamente debatido en la Compostela de la época. Defendían esta opción tanto el Ayuntamiento como La Real Sociedad Económica de Amigos del País que, además, proponía que se mantuviera el conjunto de Ferreiro en el nuevo coronamiento del edificio (Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago, 1894, pp. 27-29).
La opinión de la Sociedad Económica se expresa, en esta orden de cosas, del siguiente modo: “…ha quedado a la discreción de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la designación, que ha de verificar aún de los temas de la rica decoración escultórica del ático, que el arquitecto solo ha puesto en el plano como indicación, y para cubrir un hueco, conviene que la Sociedad Económica, interpretando, sin duda alguna, el sentimiento de todos, se dirija respetuosamente a la docta Academia, para que, si dificultades de la composición general no lo impiden, comprenda en el proyecto las estatuas de Minerva y Genios que, sobre acroteras, rematan actualmente el frontispicio, y con las que puede formarse, hasta con mejora de precio de las restantes esculturas, el grupo de la coronación que figura en el presupuesto. De esta suerte, continuará erguida sobre la cumbre del monumento, la estatua que nos es tan conocida y simpática de la Diosa de las Ciencias, como recuerdo del gran Ferreiro, y eslabón entre lo pasado y lo futuro, por un símbolo venerado, que hace que tenga en Santiago un significado más propio que en ninguna otra Universidad, la expresión de hijos de Minerva” (Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago, 1894, pp. 27-28. De esto se hace eco la Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 10, V, 189; se relaciona aquí el escrito con el director de la Sociedad Económica, Joaquín Díaz de Rábago).
Se defiende la reforma, también, desde las páginas de la Gaceta de Galicia, Diario Santiago: “La gente timorata y pusilánime que no ha visto más allá de las brumas del Pedroso, cree un atentando la transformación radical del pasado…”. Y, curiosamente, entre las razones que se aducen para las obras, se cita que “… el despacho del secretario general está colocado en un pasillo que apenas tendrá dos metros y medio en cuadro”. Tampoco deja de ser significativo el cierre del artículo, al “… tributar al modesto hombre de estado (Montero Ríos) su felicitación más entusiasta que hace extensiva al Sr. Vicenti, director general de Instrucción pública, a nuestro diputado Sr. García Prieto y al rector Sr. Teijeiro…” (Gaceta de Galicia, Diario Santiago, 27, VI, 1893). Tal postura favorable se mantiene en el tiempo (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 7, X, 1893, 21, VII, 1894).
En tanto se manifestaban en contra “… l periódico carlista, El Pensamiento Gallego y, también El Alcance, y El Globo, igualmente contrarios a la modificación como también una parte de los estudiantes universitarios, lo que se argumenta, desde El Diario de Pontevedra, que obedece a motivos políticos, y alguna persona relevante como ‘el catedrático de la Universidad Sr. Carracido’, exponiendo su parecer en el Ateneo de Madrid, algo que, visto desde la Gaceta, hace manipulado por los intereses regionalistas” (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 2, VII, 1893; 15, XI, 1893 y 19, XI, 1893; 20, II, 1894; 3, III, 1894). Con todo, lo que éstos proponían no era otra cosa que se hiciera la ampliación construyendo un edificio más (J. A. Sánchez García, 1996, pp. 56-59). También se debate el tema en la Diputación de A Coruña (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 7, IV, 1894; 12, IV1894; 12, IV, 1894; J. A. Sánchez García, 1996, pp. 56-59). Igualmente se hace una manifestación en Santiago “para protestar contra el acuerdo de la excelentísima Diputación provincial de pedir al ministro de Fomento la supresión de las obras de la Universidad” (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 1, V, 1894).
Estamos, en todo caso, ante un edificio que se reconoce entre los ciertamente importantes en Compostela. Eso lleva, por ejemplo, a que en 1892 el pintor Mateos le dedique una vista a su fachada principal en la que se testimonia la grandeza de su portada y, concretamente, del final de la misma, que se defiende desde las páginas de El Globo, aludiendo a lo que dicho conjunto tiene de modélico, algo a lo que habrá de enfrentarse una vez más la Gaceta de Galicia (19, XI, 1893). Por otra parte, se expone para la fachada una opción alternativa que el arquitecto italiano Augusto Guidini plasma en el correspondiente proyecto; desde esta opción el programa escultórico neoclásico mantenía su posición originaria (J. A. Sánchez García, 1996, pp. 57, 59).
Los contratistas de la obra de la Universidad, los señores Estévez Troncoso y Bouzón anuncian en noviembre de 1893 su llegada a Santiago para el comienzo de esta ampliación (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 4, XI, 1893). En tanto, el ministro de Fomento nombra al arquitecto municipal Daniel G. Vaamonde arquitecto-director de las obras de la Universidad (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 10, XI, 1893); comenzaron en 1894 y se concluirían en 1906 (A. Milón y Reales, 1909, p. VI). Eso va a suponer, en un principio, la llegada de muchos carros de piedra desde la cantera de la Esclavitud (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 3, III, 1894). Se vincula, de un modo muy directo, el planteamiento de la obra con Montero Ríos. Así, la prensa local lo reconoce como el único impulsor, el responsable de su ideario y su iniciador (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 7, XII, 1891). En esta misma línea de apoyo a esta reforma, la Gaceta de Galicia anuncia que sus abonados reciben una copia de los planos de las obras proyectadas en la Universidad con uno de sus números (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 18, I, 1894).
Rodríguez Seoane, en la inauguración del curso 1895-1896, manifestaba “aquella ansia que como la del pueblo de Israel nos domina de ver nuestro templo reedificado, de ver erguida en alto nuestra protectora Minerva” (L. Rodríguez Seoane, 1895, p. 8; R. Otero Túñez, 1957, p. 8). En ese momento va a ser crucial el apoyo que el ministro de Fomento, Aureliano Linares Rivas, hace a la continuidad de la obras siendo, como se dijo, Daniel Vaamonde, el arquitecto municipal, director de las mismas (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 5, III, 1896 y 7, III, 1896). La cuestión del adorno superior de la portada universitaria va a ser debatida hasta poco antes de ser concretada; hay constancia de que el arquitecto director de la Universidad, Arturo Calvo, aun “discute” con el rector Romero Blanco, en 1897, la ornamentación de la fachada principal, como son estatuas y otros elementos (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 7, VIII, 1897).
Parece, pues, que en aquel momento primaba la idea de mantener a la diosa en lo alto del edificio. Con todo, el proyecto de Ricardo Velázquez Bosco, de 1889, va a ser el que se llevará a cabo sin cambio alguno. Es muy posible que en la perseverancia en ese programa iconográfico fuera determinante la opinión de Montero Ríos, lo que contribuye a explicar que no se hiciera ningún tipo de modificación. Recordemos que se le valora como responsable de su ideario” (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 7, XII, 1891).
Así pues, lo que hace Ramón Núñez -quien figura como socio en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago-, cuando se encarga de las esculturas de la renovada portada universitaria es materializar, siguiendo el proyecto, unos contenidos que estaban ya apuntados en la propuesta que había hecho Ferreiro -un contenido heráldico y la presencia de Minerva-, con otro desde el que se hace mención a la historia universitaria compostelana a través de la presencia de alguno de los personajes más ilustres. Ramón Núñez figura como profesor de “Modelado y Vaciamiento” en la Escuela de Artes y Oficios de Santiago desde 1894 hasta 1911. Desde 1903, también lo es de “Labra Artística en piedra y madera” (J. Sousa, F. Pereira, 1988, pp. 143-144).
En este sentido, hay que decir que el arquitecto proyecta la presencia de un único escudo ocupando, en este caso, la parte superior de la edificación, ahora alzada, sustituyendo los leones de otrora por portadoras femeninas, dispuestas de forma sedente. Se debe tener en cuenta, además, que se suprimen, con respecto al plan anterior, los que quizás debían de aludir a Galicia y a la propia Universidad para dejar todo el protagonismo al real, con corona real cerrada, en la forma reconocida como Escudo pequeño” y con el escudón propio de la Casa de Borbón-Anjou, así como con el Toisón de Oro.
También se cambia el modo de entender a Minerva, ahora en un apaisado relieve de notables dimensiones; así, en un espacio interior, aparece acompañada de cinco personajes -tanto como los niños del conjunto anterior-, coronando a uno de ellos, con lo que cabe deducir que se mantiene, en lo fundamental, la idea anteriormente desarrollada por Ferreiro.
La escena relativa a Minerva, se entendió cómo “la sabiduría coronando a la juventud estudiosa” (R. López y López, 1920, p. 114 ; C. Pérez Bustamante, S. González García-Paz, 1934, p. 80). La diosa, de perfil, se presenta sedente, cubierta con su casco y con una rama de laurel, símbolo de la victoria y del triunfo sobre el regazo y con una corona, también de laurel, que alza para coronar a uno de los tres jóvenes que están ante ella. En tanto, otros dos, al lado de la deidad, contemplan la escena. Si se compara la solución final y la imagen previa, en el alzado de Velázquez Bosco hay diferencias en la localización de los personajes -allí Minerva tiene una posición más central, guardándose para toda la figuración del grupo una mayor proporcionalidad-. También Núñez crea, para concebir el conjunto, el interior de una arquitectura de formas clásicas, lo que no deja de ser una alusión al propio espacio universitario.
Cabe poner en relación, quizás, el número de los personajes que están en ese supuesto templo de Minerva con los estudios universitarios compostelanos que, tras el Plan Moyano (1857), y a la altura de 1889, se concretaba en la existencia de cinco facultades ya que, desde 1867, se suprimió la propia de Teología por decisión de Manuel Orovio, entonces Ministro de Fomento (X. R. Barreiro Fernández, M. A. Cendón Amado, M. X. Souto Blanco, 2002,. 327-338, 459). De las cinco facultades, tendrían la condición de mayores las de Medicina, Derecho y Farmacia; y dos menores: Ciencias y Filosofía y Letras (L. Fernández Prieto, 1995, p. 437; sobre la consecución de un rango mayor para los estudios de Ciencias y Filosofía y Letras, vid. I. Varela González, 1989, pp. 34-38). No es cuestión menor que, de un modo o de otro, se haga mención al número de facultades y a su condición, sobre todo en el momento en el que el proyecto toma su forma definitiva. Debe tenerse en cuenta, en este sentido, que a la altura de 1899 llega a Compostela la noticia de que se piensa suprimir o bien la facultad de Derecho de Santiago o bien la de Oviedo (sobre la evolución histórica de esta Facultad vid. F. Puy Muñoz , 1997, páginas 121-137). Eso da lugar a un texto escrito por Alfredo Brañas -Exposición de la Ciudad de Santiago de Galicia a las Cortes del Reino-; se localiza en los fondos del Archivo Municipal del Santiago, en el legajo Universidad. Antecedentes Varios 1834-1899 (I. Varela González, 1989, p. 115). También hay una importante respuesta popular en toda Galicia (I. Varela González, 1989, pp. 15-20).
Los demás contenidos figurativos están constituidos por la presencia de seis personajes: dos tallados en piedra, en medallones, guardando en cierta manera a ese templo de Minerva coronando a los jóvenes y cuatro en pie dispuestos en línea con las columnas jónicas que estructuran la portada; se conciben, en este caso, para ser concretados en cemento, algo ciertamente nuevo en aquel momento. Las obras de mejora realizadas en las cubiertas de este edificio en los años 2013-2014 permitieron valorar de cerca tanto estas estatuas, ciertamente deterioradas, como la parte heráldica superior. El escultor trabajó la parte más externa del conjunto dándole un especial protagonismo en la composición del cemento a la arena; de este modo el acabado se aproxima visualmente más a lo que tendría de ser concebido en piedra. Hay que decir que poco tiempo antes, el mismo escultor había sido el responsable de los monumentos funerarios de la capilla de D. Lope, o de la Comunión, en la Catedral, utilizando en este caso el mármol. (Gaceta de Galicia. Diario de Santiago, 21, III, 1899).
A La hora de hacer la selección de los personajes es indudable que se partió de la historia universitaria compostelana, teniendo muy en cuenta los linajes incorporadas en tres de los cuarteles del escudo oficial de la universidad compostelana - Marzoa, Muros y Fonseca- que están aquí mostrados desde figuras concretas, también presentes por medio de sus nombres en las paredes del Paraninfo que por entonces existía en la planta baja de este mismo edificio, en la parte central de su lado oriental. Sabemos que por 1885, en dicho espacio se podían ver “… en tarjetones ovalados los nombres de los fundadores del Estudio público de humanidades Diego de Muros, obispo; Diego de Muros, deán; Lope Gómez de Marzoa, todos con la fecha de 1501; el del catedrático Pedro de Victoria (1503); el del fundador de la universidad, D. Alonso de Fonseca (1525); el de Santo Toribio de Mogrovejo (1568); el del conde de Monterrey….(1610); en fín, el del insigne maestre de la santa iglesia catedral D. Diego Juan de Ulloa, rector y visitador regio (1751)…” (J. M. Fernández Sánchez, F. Freire Barreiro, 1895, p. 232). A la hora de seleccionar entre los ocho personajes allí evocados, se tuvieron en cuenta cinco de los anteriormente apuntados prescindiéndose, de “Diego de Muros obispo” -es decir, Diego de Muros II, obispo de Canarias-, Pedro de Vitoria y Toribio de Mogrovejo. El sexto elegido, Alonso de Cadaval, no figuraba entre los citados anteriormente (Vid. J. J. Viñas, 1857, p. 7; J. Pardiñas y Villalobos, 1887, pp. 32-34; J. F. Ogando Vázquez, 1971, pp. 220-221; M. C. Díaz y Díaz, 1996, pp. 323-359; J. García Oro, M. J. Porte Silva, 1996, pp. 303-355; F. López Alsina, 1998, pp. 828-829); su nombre se extrajo de quien firma la inscripción, datada en 1544, que recorre el patio del Colegio de Fonseca (Vid. J. J. Viñas, 1857, pp. 12-13; J. M. Fernández Sánchez, F. Freire Barreiro, 1885, p. 216; A. Milón y Reales, 1895 p. 113; A. Fraguas Fraguas, 1995, p. 121).
La siguiente cuestión fue considerar el modo de situarlos. En este plano, se disponen en los medallones dos bustos que se corresponden con personajes eclesiásticos. En el de la derecha se presentará a Diego de Muros deán -es decir, Diego de Muros, deán de Santiago y posteriormente obispo de Mondoñedo y Oviedo-, aludiéndose, de tal modo, a la fundación de la también denominada “Escuela Compostelana”, tal como se apunta en un epígrafe incorporado a un retrato de este personaje realizado por Plácido Fernández Arosa en 1816 (E. Fernández Castiñeiras, 2007, pp. 38-40). Y en el de la izquierda, a quién se nos muestra es a Alonso III de Fonseca, fundador del Colegio de Santiago Alfeo. De este modo, estos dos personajes, que se vinculan más directamente con la escena de Minerva, hacen alusión al papel de los eclesiásticos en la puesta en marcha, en dos momentos distintos, de los estudios universitarios en Compostela.
En tanto, los cuatro personajes, vestidos desde criterios historicistas y que se muestran en pie, deben entenderse como representantes, más bien, de la sociedad civil, con independencia de que uno de ellos, Diego Juan de Ulloa, tenga la condición de ser eclesiástico (M. Taín Guzmán 1998, pp. 321-357). Guardan un orden cronológico si los contemplamos de izquierda la derecha: D. Lope Gómez de Marzoa y D. Álvaro de Cadaval, a un lado; el Conde de Monterrey y D. Diego Juan de Ulloa, al otro.
Marzoa significa la participación de un personaje civil en la escuela fundada en un primero momento. Con Cadaval se alude, en tanto, a quien ejerce el magisterio y sienta cátedra en Compostela (M. C. Díaz y Díaz, 1996, pp. 326-359). Él mismo se declara que “hes hombre libre hijodalgo y ni tiene muger ni otro embarazo” (M. C. Díaz y Díaz, 1996, p. 328); es Maestro en la Universidad de Santiago en 1542, tras ser contratado por el rector del Colegio Lope Sánchez de Ulloa. Aquí ejerció cátedra “unos veinte años”. En 1571 se le encarga, aun, la oración de la fiesta de San Lucas (M. C. Díaz y Díaz, 1996, pp. 330-333). Desde lo que de él se conoce, fue valorado como “Hombre soberbio y vanidoso, quizás fosco y ligeramente misántropo, reacio a mantener relaciones con gentes que él no consideraba superiores, aspiraba sólo a amistades con grandes personajes de los que gustaba luego alardear con mayor o menor fundamento” (M. C. Díaz y Díaz, 1996, p. 340).
La relación de esta Universidad con el Conde de Monterrey se basa en que, siendo éste sobrino de Alonso de Fonseca, es quien, como patrón del Colegio de Santiago Alfeo, va a desempeñar un cierto papel en que se constituya como universidad real (S. Cabeza de León, 1931, pp. 204-205; X. R. Barreiro Fernández, 1998, pp. 79-102); será en su tiempo, por 1553, cuando se concretan unas Primeras Ordenanzas. Ya en 1555, el gobierno de la nación interviene en la dirección de la Universidad, mediante la visita del Dr. Cuesta (A. Milón y Reales, 1895, pp. 114-115); y, convocado por el visitador, no acudirá a la cita. Figura, en todo caso, entre las personas cuya asistencia era obligatoria en el claustro común por 1566 (A. Milón y Reales, 1895, pp. 116-117). En esta portada, el Conde de Monterrey al que se hace mención debe de ser quien ostenta el título por 1610, año en el que “… ofreció dotar algunas cátedras de esta rama (Medicina) con el producto de varios beneficios eclesiásticos de que era patrono…” (J. J. Viñas, 1857, p. 21. También en V. de la Fuente, 1887, III, pp. 141-142). Además, esa es la fecha que se vinculaba con este conde en la cartela que, a modo de aclamación, hacía mención a su nombre en el antiguo paraninfo. Se trata, pues, del VI Conde de Monterrey, Manuel de Acevedo y Zúñiga (1586-1653), también conocido como Manuel de Fonseca y Zúñiga o Manuel de Zúñiga y Fonseca.
Por último, la presencia de Diego Juan de Ulloa debe entenderse, también, desde lo que de él se decía en el viejo paraninfo: “rector y visitador regio (1751)”. La aludida data es la que se corresponde con el Real Proyecto que se vincula a su persona y que orienta los estudios compostelanos por nuevas vías universitarias (Vid. P. L. Gasalla, P. Saavedra, 1998, pp. 295-339). La figura de Diego Juan de Ulloa resulta, en todo caso, clave a la hora de construirse este edificio y dar renovados horizontes a esta Universidad. Desde su condición de Visitador Real, indica que “… se me mandó por otro Capitulo del Real proyecto redificase la Universidad, y Colegios, y consultase sobre alargar el Patio. Hizelo de la redificación de que di quenta, y quanto al patio, y Aulas aunque se hizo lo que se pudo siempre es todo ello corto para Universidad. y Colegio mayormente ahora que an crecido el Numero de Colegiales, para los quales es necesario toda su extensión, y no haviendo a el contiguo donde estenderse me ha parecido preciso favricar una nueva obra para sola la Universidad que puede ser de las mejores de España, y lo es ya oy en el numero de estudiantes, haviendo en ella mas que en la de Salamanca y Valladolid, y le sobra en cada año caudales desde la forma, y execucion del Real proiecto para subportar cualesquiera gesto que tenga esta obra encomendandola a quien sepa dirigirla, y dandole facultar Real para comprar y hacer vender a tasacion el sitio que sea preciso que vien inmediato le ay… Santiago 29 de febrero de 1764….” (F. Pérez Rodríguez, M. Mandianes Castro, 1998, p. 736).
El albor del XX mostraba, con estas cuatro estatuas en lo alto de la portada, un aleccionador acercamiento a una historia varias veces centenaria. Y es que Marzoa significa el inicio de un acontecer, a datar en las postrimerías del XV, en tanto que Cadaval, desde el XVI, supone el reconocimiento a su saber y a su docencia en Fonseca. En lo que respecta al Conde de Monterrey, Manuel de Acevedo y Zuñiga, lleva ya en el XVII el acrecentamiento en medios de una Universidad a la que el XVIII, y Diego Juan de Ulloa, le otorgará la estructura conveniente, acorde con su tiempo, aquél en el que los estudios universitarios compostelanos se asientan en este espacio, entonces construido y ahora acrecentado.
Una cuestión más a la hora de aproximarnos a la forma e intencionalidad primera de este nuevo conjunto figurativo de la portada; se trata de valorar su acabado original. Las citadas obras hechas en las cubiertas (2013-2014), permitieron valorar el hecho de que tanto la escena de Minerva como los medallones tenían un acabado en blanco, con lo cual se buscaba con eso una factura de orden clásico. ¿Qué sucedió con los personajes en pie, concretados en cemento? Es muy posible que, en un principio, se pensara en otro tipo de acabado para estas imágenes que inicialmente pudieron exponerse para ser hechas en piedra, como la antigua y ahora destronada Minerva, o bien en bronce, como lo fue la imaginería sita en el final del Ministerio de Fomento en Atocha, obra, también, de Velázquez Bosco levantada por 1893-1897. La solución definitiva en cemento imitando piedra, puede justificarse en base a unos condicionamientos económicos que limitaban la concreción de la obra, aun cuando una terminación en color bronce -como sucede en alguna obra en cemento de Ramón Núñez- bien pudo ser valorada (Vid. J. M. García Iglesias, 2016, pp. 80-91).
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