Reloj de bolsillo esmaltado

Ana Pérez Varela

Reloj de bolsillo de metal y porcelana esmaltada. Decorado en el exterior con los retratos de Felipe IV y el príncipe Baltasar Carlos de Austria y en el interior con una infanta. Está documentado como de la época de Felipe IV (1621-1640). Guardado en la vitrina derecha de la bancada del salón de grados de San Xerome. Forma parte del Gabinete de Curiosidades creado en 1841. 

Esta pieza, procedente del Gabinete, es un pequeño reloj de bolsillo de apenas seis centímetros de diámetro, acompañado de una pequeña llave decorada del mismo estilo. Se corresponde con la forma redonda, todavía algo abultada, con aplicación de esmaltes en champlevé o pintados, tipología afianzada a lo largo del XVII gracias a la relojería francesa (A. Aranda Huete, 2018, p. 55).

En cada una de sus partes, este reloj ostenta un retrato de miniatura: el de Felipe IV en la tapa, el de su hijo, el príncipe Baltasar Carlos, en el reverso, y el de una infanta en el interior. Teniendo en cuenta que el heredero aparece efigiado como adolescente, podría fecharse poco antes de su desafortunada muerte en 1646, a los diecisiete años. Su aspecto es similar al que ofrece en el lienzo de Martínez del Mazo conservado en el Museo del Prado, fechado en 1645, y definitivamente mayor que el último cuadro que pintó Velázquez del heredero en 1638, custodiado en el Kunsthistorisches Museum de Viena. Mientras que en la pintura de Mazo la iconografía de su vestimenta es muy similar a la tradicional ropa negra con pulcra golilla blanca de su padre —que efectivamente muestra el rey en este reloj—, en esta pieza presenta un traje de tonalidades verdes y doradas, atravesado por la banda militar carmesí, que otorgan más colorido y riqueza a la pieza. El retrato de Felipe IV no está estrictamente copiado de ningún cuadro de Velázquez, aunque en él subyace la iconografía retratada por el sevillano como la imagen que se popularizó desde la corte. Los más próximos por fecha podrían ser el extraordinario Felipe IV en Fraga -Frick Collection, 1644-, aquí con un aspecto bastante más idealizado y no filtrado por el realismo velazqueño.

Los materiales del reloj son el metal y la porcelana con aplicación de esmalte. La porcelana es un material cerámico cuyo aspecto pulido y brillante favoreció su conjunción con la técnica preciosista de aplicación de esmalte en su superficie. El esmalte es vidrio reducido a polvo, compuesto por plomo y bórax, mezcla a la que se añaden óxidos metálicos: hierro -rojo-, antimonio, pomo y plata -amarillo-, cobalto -azul-, cobre -verde-, etc., y que luego se aplica sobre diversos soportes (M. L. Martín Ansón, 1994, p. 549). Aquí el esmalte se aplica sobre el cincelado conseguido en el metal, con un efecto decorativo colorido y de gran relieve. Toques vivos de azul, verde, rojo y amarillo adquieren gradaciones tonales y se mezclan con filamentos dorados y blancos.

Este pequeño reloj de bolsillo es un objeto tremendamente susceptible de ser ubicado en los gabinetes de curiosidades. En primer lugar, ejemplifica claramente la categoría de scientifica de los mismos, donde se encuadraban aparatos mecánicos, matemáticos, de medición, etc. En segundo término, y aunque en el siglo XIX los relojes portátiles eran comunes, se trataba de un objeto escaso en la época en la que fue construido y, por lo tanto, un ejemplar único por pertenecer a ella. Y en tercer lugar, es una pieza suntuosa, que combina el fino cincelado en metal, la porcelana, la pintura en miniatura y la aplicación de esmalte, técnicas consideradas preciosistas, y especialmente al ser aplicadas a superficies tan pequeñas, que por su propio mérito ya eran a menudo incluidas en dichos gabinetes.

La invención de los relojes de bolsillo data de mediados del siglo XV en Francia, a raíz de que Heinlein de Nuremberg sustituyese el motor de pesa por un muelle, permitiendo construir ejemplares mucho más pequeños y livianos. Esto convirtió a los relojes en un objeto útil para las tareas cotidianas, los viajes comerciales e incluso el campo de batalla, y a la vez en una pieza codiciada por el empleo de materiales ricos y técnicas preciosistas (A. Aranda Huete, 2018, p. 54). Su producción en masa y su uso no se popularizó hasta el siglo XVIII y, por ello, este ejemplar, fechado en la época de Felipe IV 1604-1665, resulta extraordinario por su escasez. En la exposición de relojes de la dinastía borbónica, llamada La Medida del Tiempo y celebrada en 2011, se exhibió de forma excepcional un reloj anterior con hasta siete retratos en miniatura de la familia de Felipe IV, fechado hacia 1660, que podemos comparar con éste por su tipología, fecha e incluso decoración similares (A. Aranda Huete, 2011). Sobre la procedencia del compostelano, Bugallo Rodríguez apunta a un regalo proveniente directamente de la monarquía (A. Bugallo Rodríguez, 1995, p. 159).

A. Aranda Huete, 2011: A. Aranda Huete, La medida del tiempo: relojes de reyes en la corte española del siglo XVIII, Madrid, Patrimonio Nacional, 2011.

A. Aranda Huete, 2018: A. Aranda Huete, “Relojes de bolsillo en la corte española: joyas para medir el tiempo”, en Cuadernos dieciochistas, 19, Salamanca, (2018), pp. 54-55.

A. Bugallo Rodríguez, 1995: A. Bugallo Rodríguez, “O gabinete de curiosidades”, en J. M. García Iglesias (dir.), Gallaecia Fvlget (1495-1995). Cinco Séculos de Historia Universitaria, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 1995, p. 159.

M. L. Martín Ansón, 1994: M. L. Martín Ansón, “Esmaltes”, en A. Bonet Correa, Historia de las artes aplicadas e industriales en España, Madrid, Cátedra, 1994, p. 549.

Ficha técnica

Número de referencia: IBC0000176
Título: Reloj de bolsillo esmaltado
Datos: ca. 1645
Técnicas: 
Esmaltado
Dimensiones: 
Alto: 2 cm Diámetro: 6 cm
Materiales: 
Metal