Retrato del Excmo. Sr. Giner de los Ríos
Observamos un retrato realista en el que el personaje se encuentra de pie en una pose de autoridad, al tiempo que desenfadada, ya que aparece con la mano en el bolsillo. El fondo en el que se encuentra está dedicado a su vida, rodeado por una columna significando su trabajo de arquitecto. Tiene en su mano una carta que es relevante por encontrarse en la parte central del lienzo, que podría ser un recuerdo de su importante papel como ministro y diputado durante la Segunda República Española. Los colores empleados son muy neutros, aunque en el fondo resalte la columna de la derecha en la que encontramos el predominio del color verde que destaca frente a los colores tierra y gris del resto del retrato. La pincelada que encontramos es larga y suelta.
Obra perteneciente al contrato-depósito entre el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y la USC.
Se trata de Bernardo Giner de los Ríos (Málaga, 31 de octubre de 18881 - Ciudad de México, 22 de agosto de 1970), sobrino de Francisco Giner de los Ríos, creador y director de la Institución Libre de Enseñanza. Bernardo continuará con el legado de su tío convirtiéndose en presidente de la Institución, nombrado por la asamblea general en España en el año 1936, siendo, como recoge el Boletín Nº 111 / diciembre de 1968, “el aglutinante de todos nosotros (…) sabe convivir, comprender y atraer hacia sí, los más dispares caracteres de esa heterogénea Corporación, donde todos estamos unidos por el hilo de la nostalgia, la amistad y el culto a D. Francisco y sus apóstoles”. Accedió a esta institución después de cursar sus estudios de Ingeniería en Madrid y Arquitectura en Bolonia y se convirtió en profesor de Historia de la Arquitectura y de Historia del arte. A parte de esto, tuvo una carrera política durante la Segunda República y, posteriormente, continuando como diputado independiente. Participó en las elecciones de febrero de 1936 integrando las listas del Frente Popular y, unos meses después, fue nombrado ministro de Comunicaciones y Marina Mercante, encargándose de intervenir las líneas telefónicas de algunos militares que iban en contra de la República. Cuando ésta fue derrotada, Bernardo se exilió en México dejando tras su muerte el legado de una crónica del exilio republicano español.