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Una muy personal concepción de un bodegón o de una naturaleza muerta, dentro del universo de Urbano Lugrís. Firmado a. i. d.
El inconfundible lenguaje visual de Urbano Lugrís (1908-1973) queda plasmado en esta obra que representa un paisaje. El mar en el fondo, el cielo contenido, los árboles resueltos de manera sintética remiten a la influencia de la pintura metafísica característica de ciertos artistas surrealistas, como Giorgio de Chirico y Carlo Carrá. Contrasta con esa manera, que podría describirse como metálica, fría y artificial, la acumulación de objetos en el primer término, dispuestos de una forma fantástica. En la confluencia de estos dos planos es donde se reconoce el peculiar estilo de Lugrís. El acopio de pequeños objetos, el empleo del fanal, contenedor de microarquitecturas, animales y elementos del mundo marino, como conchas y caracolas, así como las figuras fantásticas de sirenas o bestias con formas imaginadas, recuerdan la influencia del Bosco y de artistas contemporáneos como Salvador Dalí y dan esa perspectiva onírica que comparte con el pintor de Cadaqués.
Por el tipo de formato empleado, así como la temática a la que recurre, se podría decir que esta obra podría haber sido realizada en tiempos próximos a la ejecución de la Habitación del marinero, que pertenece al Museo Quiñones de León.
El ambiente familiar que rodea la figura de Urbano Lugrís justifica su vocación hacia las artes. Se cría entre poetas, pianistas y artistas, lo que facilita el contexto adecuado para su realización profesional. Pero no sería justo decir que en su proyección artística solo haya intervenido este factor. Un repaso por su obra permite apreciar con inmediatez que en su figura se reunían el ingenio y la destreza suficientes como para crear no solo un estilo que toma como base las directrices del Surrealismo, sino una galería temática e iconográfica que constituirá la verdadera firma del autor y su consideración como gran artista contemporáneo gallego.
Relacionado con la élite cultural gallega, durante su estancia en Madrid conoció a los miembros de la Generación del 27, entre ellos a Alberti y Lorca, y colaboró con este último en su compañía teatral “La Barraca”. De hecho, además de la pintura, también practicó el arte de las letras. Participó en revistas, siendo él mismo promotor de Atlántida, en compañía de Mariano Tudela. Su afición por el teatro podría justificar alguno los escenarios que han quedado plasmados en su obra, así como su gusto por el mar y todo lo que este esconde tras de sí. Los espacios marinos o las estancias de marineros que recrea en sus obras trasladan a mundos repletos de pequeñas curiosidades, miniaturas e imágenes envueltos dentro de una atmósfera contenida. Lugrís es un apasionado de la lectura y como tal, de alguna manera, la traslada a su obra pictórica, que comienza a desarrollar con mayor intensidad tras la Guerra Civil.
Ya sea a través de cuadros, ventanas o habitaciones, sus paisajes, género que desarrolló con mayor empeño, en cierto sentido encierran el espíritu metafísico de la obra de Giorgio de Chirico, dulcificándolo en ocasiones con la incorporación o acumulación de pequeños objetos que transmiten historias: estancias repletas de muebles, platos, bolas de cristal, libros, lámparas, relojes…, y los barcos y velas, conchas y caracolas, brújulas y esferas terrestres. A través de ellos, Lugrís plasma ese mundo recreado por medio de las lecturas de Julio Verne y las historias y mitos sobre mundos subacuáticos. En cierto sentido, cuando Lugrís desarrolla este tipo de obra, aproxima de alguna manera al recuerdo de artistas como El Bosco.
A lo largo de su carrera, el artista tendrá ocasión de desarrollar otro tipo de actividades, entre las que destaca su faceta como muralista, participando en proyectos realizados para asociaciones y cofradías en A Coruña y Malpica, pero también en otros desarrollados en Madrid. Una de sus actuaciones más significativas fue la colaboración en el Gran Hotel de Vigo y ya en la década de 1960 sobresale su participación en la iglesia parroquial de Vilaboa.
Al igual que sucede con otros compañeros de profesión, la proyección y prestigio que ha alcanzado la obra Urbano Lugrís, no solo se justifica a través de las exposiciones en las que ha participado; en la serie de catálogos y obras que afianzan la relevancia que tiene en el marco del Arte Contemporáneo Gallego; o en la serie de acontecimientos, actos y celebraciones realizados en su nombre. En la actualidad su obra tiene una alta demanda en el mercado de arte, y su valor de venta refleja la consideración del artista.
X. A. Castro Fernández, 1993: X. A. Castro Fernández, “Urbano Lugrís”, en F. Rodríguez Iglesias (ed.): Galicia. Arte. Arte Contemporáneo I, vol. XVI, A Coruña: Hércules, p. 63-68.
A. González-Alegre et al., 1984: A. González-Alegre et al., Lugrís. Catálogo de exposición, Vigo, Caja de Ahorros Municipal de Vigo, 1984.
J. M. López Vázquez y J. M. Monterroso Montero, 2009: J. M. López Vázquez y J. M. Monterroso Montero, Lugrís. Viaxe ao mundo de Ulyses Fingal, Vigo, Museo Quiñones de León, 2009.
A. Patiño, 2003: A. Patiño, Urbano Lugrís nos fondos da Colección Caixa Galicia, A Coruña, Fundación Caixa Galicia, 2003.
A. Patiño, 2007: A. Patiño, Urbano Lugrís: Viaje al corazón del Océano, Sada (A Coruña), Ediciós do Castro, 2007.
A. Patiño, 2008: A. Patiño, Urbano Lugrís nos fondos da Colección Caixa Galicia, A Coruña, Fundación Caixa Galicia, 2008.
A. Patiño, 2008: A. Patiño, Urbano Lugrís: Viaje al corazón del Océano, Vigo, NigraTrea, 2008.
L. Rei Núñez et al., 1989: L. Rei Núñez et al., Urbano Lugrís. Catálogo de exposición, A Coruña, Xunta de Galicia, 1989.
E. Tilves Pazos et al., 2004: E. Tilves Pazos et al., Lugrís, Señor dos pazos do mar. Catálogo de exposición, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 2004.