Vítor de Castelao
La Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, siguiendo la estela de la conmemoración del V Centenario, en el año 2000 le encomendó a Xurxo Martiño, autor de los últimos vítores realizados, uno de grandes dimensiones dedicado al licenciado en Medicina, Alfonso Daniel Rodríguez Castelao (1886-1950). El pintor parte, en este caso, de una conocida fotografía del personaje, tratándola como si fuera un cartel, con su nombre a un lado, visto tras una mesa sobre la que pueden verse diferentes útiles. En el epígrafe correspondiente se recoge, también, un fragmento de Sempre en Galiza.
Se mantiene aquí la fórmula de acompañar el retrato con un epígrafe, que reúne a una corta aproximación al personaje y a su vinculación con la Universidad compostelana, con un fragmento de un texto suyo alusivo al papel que espera debe tener esta Universidad. Dice así: ALFONSO DANIEL RODRÍGUEZ CASTELAO. Rianxo, 1886-Bos Aires, 1950/Licenciado en Mediciña por esta Universidade na que ingresou en 1903/“Vexo a Universidade de Sant-Iago convertida en cerebro de Galiza/ irradiando cultura e saber mais alá dos lindeiros naturais da nosa Terra”/ (Sempre en Galiza, Libro primeiro, capítulo XXXIII)”
Llama la atención el tamaño que se le otorga al vítor, con una superficie que duplica la habitual. Se pretende con esto darle un especial protagonismo, centrando en la Facultad el descanso de la escalera que lleva al Salón de Actos (J. M. García Iglesias, 2016, pp. 331-332).
En la Facultad de Medicina puede verse un reconocimiento expreso con el que se honra a un alumno: Alfonso Daniel Rodríguez Castelao . Trátase de una placa que deja ver en la parte alta las armas de Galicia y abajo un símbolo alusivo a la Medicina. El texto que ocupa el centro de la placa dice: A ALFONSO DANIEL/ RODRÍGUEZ CASTELAO/ ALUMNO DESTA FACULTADE/ 1903-1909/ NO DÍA DE SAN LUCAS/ ANO- 1985 (J. M. García Iglesias, 2016, p. 342).
Los restos de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao llegan al Panteón de Gallegos Ilustres en 1984, trasladados desde Buenos Aires. En este caso, llama la atención en primer lugar la localización que se le otorga ya que se dispone en la capilla inmediata a la ocupada por los demás Ilustres. Se incluye en una monumental y sencilla urna funeraria, tallada en granito y en el borde de cuya tapa puede leerse: RIANXO 1886--- CASTELAO--- B. AIRES 1950. Fue el arquitecto Rafael Baltar (1933-2004) quien se encargó de dirigir la concreción de esta obra. Se pretende, con este tipo de enterramiento, otorgarle un valor semejante al de la propia Rosalía de Castro o de Alfredo Brañas o, quizás, incluso superior, ya que a su figura se dedica la totalidad de esa capilla del Santo Cristo que, en cierto modo, en su configuración arquitectónica, no deja de convertirse en el encuadre que monumentaliza más, si cabe, la urna de quien escribió Sempre en Galiza, publicado en Buenos Aires en 1944 (J. M. García Iglesias, 2016, p. 348).
Cabe citar, también, en relación con este personaje y Compostela, el homenaje que se le rinde mediante una obra de Francisco Leiro (1995). Quizás el primer acierto en esta obra plástica, que se configura como homenaje a Castelao, esté en la localización seleccionada: la parte alta de un robledal, carballeira, en las cercanías de la iglesia de Santa Susana. Parece formar parte de la naturaleza misma esa mole de granito negro -la selección del material, identificador de Galicia, otro logro- que tiene en su forma alguna semejanza con el contorno de esa Galicia, punto de partida de todo el pensamiento e ideales de Castelao. Una figura humana, acostada, dibujada en la piedra de forma sinuosa, parece evocar maneras que son, al tiempo, muy modernas y de origen prehistórico. ¿Se querrá aquí simbolizar los ríos -en concreto ese “padre Miño”- que vivifica esta tierra o encerrará algún tipo de alusión con respecto al propio Castelao? Una sencilla placa, a los pies de este homenaje, nos dice “A CASTELAO/ ABRIL 1995 (J. M. García Iglesias, 2016, p. 355).
Ya desde los primeros tiempos de la puesta en marcha del colegio de Fonseca se debió de honrar a personajes de relieve que tuvieron relación con él mediante un vítor; aún se conservan en la fachada principal, hacia el lado sur, restos de uno antiguo del que puede verse en caracteres de gran formato parte de un nombre.
Se hace de tal modo mención a alguien concreto a quien se quiere reconocer, ya que esa es la finalidad de las aclamaciones, siguiéndose en este sentido por el modo de pintar los caracteres en rojo, formas semejantes a las utilizadas entre otras instituciones por la Universidad de Salamanca, en la que esta costumbre va a tener una honda y perseverante tradición.
Pero la factura de vítores se iba a plasmar a partir del primer tercio del siglo XIX en obras pictóricas en las que se conjugan el reconocimiento a un determinado personaje a través de una imagen, de cariz alegórico, y una leyenda con el testimonio de sus méritos personales. Se conservan tres entre los que guardó el Colegio de Santiago Alfeo, o “Mayor de Fonseca”: los de Benito Ramón Hermida, Manuel Pardo Ribadeneira y Jacobo María de Parga y Puga, citados por orden de antigüedad.
J. M. García Iglesias, 2016: J. M. García Iglesias, Minerva, la Diosa de Compostela. Espacios y obras a relacionar con el saber, Santiago de Compostela (Andavira Editora- Consorcio de Santiago), 2016, pp. 331-332, 342, 349, 355.