Vítor de José Rodríguez Carracido
La Facultad de Farmacia, asentada en su momento en el Colegio de Fonseca, le dedicó un lugar de honra a José Rodríguez Carracido: el centro del espacio de la escalera que enlaza sus dos alturas. Allí se dispondrá un vítor en 1924, realizado por Francisco Asorey. Quien es objeto del mismo se muestra sedente, en un gran sillón del que vemos su alto respaldo y tras él, como señala Otero Túñez, lo cobija “el perfil de la diosa Minerva”. Se dispone un largo epígrafe en su parte inferior.
Es una obra encargada tiempo antes, tanto es así que hay constancia de que Carracido posa en Madrid ante Asorey en 1922, lo que contribuye a explicar el “portentoso realismo” puesto en valor (R. Otero Túñez, 1959, pp. 133-134). El modo de componer esta lápida parte de la localización que va a tener, en la citada escalera. El largo epígrafe, que se dispone en su parte inferior, está en parte dividido por la insignia propia de Farmacia. Dice así: TESTIMONIO------ DE CARIÑO AL / EXCMO. SR. D. JOSÉ RODRÍGUEZ CARRACIDO/ SABIO BIÓLOGO---- ORADOR ELOCUENTÍ/ SIMO. HIJO D SANTIAGO/ ALUMNO ESCLA-----RECIDO DE ESTA/ FACULTAD DE FAR-----MACIA RECTOR/ D LA UNIVERSIDAD D MADRID ETC ETC/ MCMXXIV.
Hai constancia de que por entonces también se pensó en hacer un monumento a este personaje, lo que llevó a encargar el consecuente boceto (“….se conserva en la Sala de Juntas da Facultade de Farmacia”, en R. Otero Túñez, 1970, p. 294. Vid. J. M. García Iglesias, 2016, pp. 333-334).
Ya desde los primeros tiempos de la puesta en marcha del colegio de Fonseca se debió de honrar a personajes de relieve que tuvieron relación con él mediante un vítor; aún se conservan en la fachada principal, hacia el lado sur, restos de uno antiguo del que puede verse en caracteres de gran formato parte de un nombre.
Se hace de tal modo mención a alguien concreto a quien se quiere reconocer, ya que esa es la finalidad de las aclamaciones, siguiéndose en este sentido por el modo de pintar los caracteres en rojo, formas semejantes a las utilizadas entre otras instituciones por la Universidad de Salamanca, en la que esta costumbre va a tener una honda y perseverante tradición.
Pero la factura de vítores se iba a plasmar a partir del primer tercio del siglo XIX en obras pictóricas en las que se conjugan el reconocimiento a un determinado personaje a través de una imagen, de cariz alegórico, y una leyenda con el testimonio de sus méritos personales. Se conservan tres entre los que guardó el Colegio de Santiago Alfeo, o “Mayor de Fonseca”: los de Benito Ramón Hermida, Manuel Pardo Ribadeneira y Jacobo María de Parga y Puga, citados por orden de antigüedad.
J. M. García Iglesias, 2016: J. M. García Iglesias, Minerva, la Diosa de Compostela. Espacios y obras a relacionar con el saber, Santiago de Compostela (Andavira Editora- Consorcio de Santiago), 2016, pp. 333-334.
R. Otero Túñez, 1959: R. Otero Túñez, El escultor Francisco Asorey, Santiago de Compostela (Imprenta Paredes), 1959.
R. Otero Túñez, 1970: R. Otero Túñez, “Los últimos vítores de la Universidad Compostelana”, Cuadernos de estudios gallegos, XXV, 77 (1970) pp. 290-298.