Este retrato tiene un precedente: el que sobre el mismo personaje pinta Antonio Rafael Mengs; en él aparece el retratado apoyando su brazo derecho sobre una cabeza de león y portando, en la derecha, un compás. Gregorio Ferro reinterpreta el tema, haciendo, en este caso, que sea la mano derecha la que se pose sobre la cabeza del león. Se dispone al personaje en su propio taller, en el que tiene una especial presencia un busto de Fray Martín Sarmiento.
Felipe de Castro sostiene un libro que parece ofrecer al espectador. Se trata de un tema que se adecúa perfectamente al destino que la pintura tiene: ser un reconocimiento a que dona su biblioteca a la Universidad, que paga esta obra en 1795 y que, ya por entonces, se manda colocar en la librería universitaria.