Felipe González Abarca es natural de Avilés (1765-1842). En 1807 se le reconocen sus grados por la universidad compostelana. La concreción del vítor dedicado a este prelado, de la orden de los mercedarios, se estructura disponiendo bajo un capelo episcopal un par de escudos -un mercedario y el otro de la universidad compostelana- separados por una cruz episcopal. Completan la composición dos figuras infantiles desnudas a los lados, siendo una de ellas alada. Una lleva una mitra y la otra un báculo. Se acompaña todo de una leyenda en la que se data la obra en 1816, tras su elección como obispo de Ibiza.