Junto con la figuración, el paisaje es el otro género habitual en Morquecho; con este género se inicia en la pintura y responde a la admiración que siempre sintió por el impresionismo francés. En este caso, nos muestra un paisaje de un bosque presidido por una serie de rocas que ocupan la mayor parte de la superficie de la tabla y, al fondo, las ramas de los árboles -muy empleados por el pintor en la segunda mitad de los 80-. Con respecto a los colores, predominan, junto con el amarillo, los verdes y azules, que son para Morquecho la referencia al paisaje gallego presentes ya desde los inicios de su carrera. Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Como buen dibujante que es, además del interés que mostró a lo largo de su carrera artística por la figuración, también le apasionó desde los inicios la representación de los espacios abiertos y de la naturaleza. No obstante, no fue hasta 1985 cuando comenzó a pintar, con una característica pincelada suelta y rápida, sus singulares paisajes con arboladas en tonos amarillos influenciados por el post-impresionismo y, en menor medida, por el fauvismo.