La obra de Segundo Hevia se convierte en testimonio de la tierra gallega, en este caso del mar. El pintor nos ofrece en una de sus acuarelas -su técnica más empleada- un paisaje marino en el que vemos el perfil de la entrada del mar y dos pequeñas barcas varadas. Su obra está tomada del natural esencializado. La técnica, la pincelada fluida y abundante y la gama cromática basada en grises y azules otorgan una sensación de calma y serenidad al paisaje. Las marinas le sirven de pretexto para la investigación de la luz y sus efectos lumínicos. Firmado a. i. i. "S. Hevia 89"