El vítor nos muestra, en este caso, una representación de la Justicia, sedente, acompañada de dos ignudi; también puede verse aquí un escudo de la universidad compostelana. Por su estilo cabe encuadrar esta obra hacia 1870-1875, algo impropio si de lo que se trata es de rendir homenaje a Joaquín Díaz de Rábago (1837-1860), personaje al que se alude en el correspondiente epígrafe. Es muy probable que estemos ante un vítor reaprovechado por 1913 y dedicado, inicialmente, a Eugenio Montero Ríos.